Con esta primera publicación doy apertura a un espacio de reflexión y aprendizaje sobre uno de los temas más estudiados y menos comprendidos durante toda nuestra existencia como seres humanos.
Lejos de resultar un tema imposible que nos haga desistir de nuestro esfuerzo por emprender esta iniciativa, propongo más bien abordar la felicidad desde diferentes perspectivas, y contribuir aunque sea minúsculamente con la misión de dar luz sobre un tema tan abstracto, como prioritario.
Mi intención es que cada publicación contribuya de manera muy humilde, pero poderosa, a comprender la gran importancia de expandir nuestra conciencia y experimentar una vida de abundancia, plenitud y felicidad auténtica.
El Nacimiento de la Felicidad es el título que le quise dar a la primera entrega de una serie de tres publicaciones donde narraré algunos momentos particulares de mi vida y la creación de SERES FELICES.
Al igual que cualquier historia, es necesario delimitar los sucesos que más atención merecen ser contados, de manera que resalten los momentos de mayor turbulencia y tensión, pero también los de más inspiración y transformación. Para tal efecto, es preciso remontarnos unos diez años atrás, cuando todo este viaje comenzó.
Por aquel entonces recién me graduaba de la universidad. Al igual que cualquier joven que recién sale de las aulas al mundo laboral, estaba lleno de ilusiones, expectativas y proyectos. Sin embargo, mi objetivo principal en ese momento no era encontrar un empleo.
Creo que todo cambió justamente el último año antes de graduarme cuando trabajé ininterrumpidamente y sin descanso, no sólo para terminar de manera intachable la recta final de mi carrera, sino para cumplir también con mi semestre de práctica y dar la talla en mi firme compromiso como investigador y fundador de un semillero de investigación. Tenía estudiantes a mi cargo y era yo quien los instruía y revisaba los artículos que con esmero se esforzaban por escribir.
Todo parecía estar yendo de maravilla para mí. Inclusive profesores con altas distinciones académicas y mentores muy destacados en el ámbito de la investigación, llegaron a decirme que debido a mis excepcionales resultados académicos e investigativos, yo podría saltar sin ningún problema por encima de una maestría, para cursar inmediatamente un doctorado. Imagínense, pensar en un doctorado sin ni siquiera haberme graduado de mi pregrado y sin cursar primero una maestría.
Ya se imaginarán, queridos lectores, cómo resulta de seductor y fascinante para un muchacho de poco más de veinte años, ser calificado por sus superiores de aquella manera. No cabía de la dicha y pensaba que era imparable. Estaba convencido de que podía lograr lo que quisiera. Y aún hoy lo estoy. Hoy más que nunca. Es más, estoy aquí en gran parte gracias a mi mentalidad de riqueza, abundancia y prosperidad.
Considero que no hay nada de malo en aspirar a obtener metas ambiciosas y querer conquistar el mundo. El problema es que lo estaba haciendo guiado por el ego y la vanidad, y no desde la esencia de mi verdadero ser.
Aunque siempre me había considerado una persona sensible ante la humanidad, de repente estaba en una posición de superioridad, irradiando leves manifestaciones de arrogancia y egoísmo.
En la próxima entrega, les contaré lo que sucedió después de un año lleno de triunfos, donde publiqué numerosos artículos académicos fruto de algunas investigaciones que resultaron ser tan exitosas, que me permitieron representar a mi universidad a través de algunas ponencias nacionales e internacionales.
¡FELICIDAD Auténtica al Máximo!