Existen siete principios de Jesús para cultivar una felicidad sagrada que hoy te quiero mostrar en este artículo.

Se trata de siete premisas que siguen vigentes más de dos mil años después de su muerte y resurrección.

Son principios universales que aplican independientemente de si eres creyente o no.

De hecho, si intentas irte en contra de ellos, notarás sus consecuencias inmediatamente.

¿Qué es la Felicidad Sagrada?

La felicidad sagrada es un estado de bienestar emocional y espiritual que trasciende la alegría superficial.

Se basa en una profunda conexión con lo divino, la espiritualidad y principios elevados de amor, compasión y servicio.

En lugar de centrarse en la satisfacción de deseos materiales o egoístas, busca la realización a través de la devoción espiritual y la conexión con un propósito superior.

Esta forma de felicidad implica vivir de acuerdo con los principios éticos y espirituales, como los enseñados por Jesús y otras figuras religiosas.

La felicidad sagrada se encuentra en actos de amor y servicio hacia los demás, la búsqueda de la verdad espiritual y la conexión con la divinidad.

Es un estado en el que se experimenta una profunda paz interior y una sensación de plenitud, aun en medio de desafíos y dificultades.

La Felicidad Sagrada de Jesús

La felicidad es una aspiración universal que ha intrigado a la humanidad a lo largo de la historia.

Si bien muchas tradiciones espirituales han abordado este tema, los principios enseñados por Jesús de Nazaret ofrecen una perspectiva única y profunda sobre cómo cultivar una felicidad sagrada.

A través de sus enseñanzas y acciones, Jesús nos dejó valiosos principios que pueden iluminar nuestro camino hacia la felicidad y la plenitud en la vida.

Algunos de ellos, corresponden a los sagrados Diez Mandamientos enseñados por el mismo Jesús.

A continuación, exploraremos siete de estos principios.

1. Amar a Dios sobre todas las cosas

El principio fundamental en la enseñanza de Jesús es amar a Dios sobre todas las cosas.

Esta devoción esencial nos recuerda que nuestra felicidad verdadera y duradera se encuentra en una relación profunda y espiritual con lo divino.

Cultivar una conexión con lo trascendental puede llenar nuestro corazón de un gozo que trasciende las circunstancias terrenales.

2. Amar a tu prójimo como a ti mismo

El segundo gran principio de Jesús es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Este llamado a la compasión y la empatía nos muestra que la felicidad está intrínsecamente ligada a las relaciones humanas.

Al practicar el amor y la bondad hacia los demás, podremos experimentar la alegría de contribuir al bienestar de quienes nos rodean.

3. Vivir en el presente

Jesús enfatizó la importancia de vivir en el presente, confiando en la provisión divina.

En sus enseñanzas sobre la ansiedad y la preocupación, nos recordó que el mañana tiene sus propias preocupaciones.

Esta perspectiva nos insta a disfrutar del momento presente y a encontrar alegría en las bendiciones que ya poseemos.

No sólo el budismo y el hinduismo son promotores del «momento presente».

4. Perdonar y liberar

La enseñanza de Jesús sobre el perdón es un principio crucial para cultivar la felicidad.

Nos insta a liberarnos de la carga del resentimiento y la amargura.

Perdonar no solo es un acto de amor hacia los demás, sino también hacia uno mismo.

Al soltar las heridas pasadas, abrimos espacio para la paz y la felicidad en nuestras vidas.

5. La humildad como camino hacia la grandeza

Jesús enseñó que la humildad es el camino hacia la grandeza.

En un mundo obsesionado con el éxito y la ambición, esta enseñanza es profundamente contracultural.

La humildad nos permite liberarnos de la competencia desenfrenada y nos muestra que la verdadera felicidad se encuentra en servir a los demás y en reconocer nuestra propia dependencia de lo divino.

6. La importancia de la gratitud

Jesús demostró la importancia de la gratitud en muchas de sus acciones de gracias, como la multiplicación de los panes y los peces.

La gratitud nos conecta con la belleza de la vida y nos permite encontrar alegría en las pequeñas cosas.

Practicar la gratitud diaria es una forma poderosa de cultivar la felicidad sagrada.

7. La promesa de la vida eterna

Por último, pero no menos importante, Jesús ofreció la promesa de la vida eterna.

Esta creencia en la vida después de la muerte proporciona consuelo y esperanza, lo que puede enriquecer nuestra comprensión de la felicidad.

Saber que la vida terrenal es solo una parte de nuestro viaje nos permite enfrentar desafíos con valentía y alegría.