La Dicha de Ser Auténticamente Feliz

La Dicha de Ser Auténticamente Feliz
La Dicha de Ser Auténticamente Feliz

La dicha de ser auténticamente feliz es una sensación extraordinaria que no tiene parangón.

Poder ser feliz de verdad es un derecho que todos tenemos, pero que pocos ejercen. Que pocos aprovechan.

Y es que si bien el derecho a ser felices debe estar garantizado por el gobierno de cualquier estado, es responsabilidad de cada individuo implementarlo.

Aplicarlo para sí mismo y vivirlo generosamente para que en el ejercicio de su ejecución, también impacte la vida de nuestros semejantes.

Además, la felicidad que constitucionalmente debe garantizar el gobierno de un país, no es la felicidad auténtica.

La «felicidad» que otorga un país se traduce en bienestar, seguridad y calidad de vida, mas no en el tipo de felicidad que reside dentro de cada uno de nosotros.

Por lo tanto, la felicidad interior que no depende del gobierno ni del estado, es una responsabilidad que cada uno de nosotros debe garantizarse a sí mismo.

Procurarse el tipo de felicidad más auténtica y de mejor calidad que existe, para experimentar la dicha de ser auténticamente feliz, es una cuestión absolutamente personal.

Es una decisión enteramente personal que solamente tú puedes tomar y posteriormente practicar.

Ni tus padres ni el gobierno podrán tomar la decisión que te llevará a experimentar la dicha de ser auténticamente feliz.

Tú eres la única persona que puede optar por ser definitivamente feliz, o seguir sometido a una vida de sufrimiento, malestar y miseria.

Cuando menciono el título de esta publicación -«la dicha de ser auténticamente feliz»- realmente me siento jubiloso y contento.

Me siento tan pleno y abundante que me lleno de ánimo y motivación para escribir esta suerte de breve ensayo y exhortar a que otras personas también experimenten la misma dicha.

La verdad es que la auténtica felicidad lo colma a uno de paz, tranquilidad y satisfacción.

Es una disciplina que bien vale la pena priorizar y practicar consistentemente para constatar sus magníficos resultados.

Si te parece que decoro mis párrafos con adjetivos rimbombantes y pomposos, créeme que no lo hago por adornar y ya; realmente recurro a ellos para poder expresar con más exactitud lo que verdaderamente siento.

Cuando eres sincero contigo mismo y comprendes que la felicidad no es un estado de éxtasis permanente, sino una forma de vivir conscientemente, cambias la forma en que ves y entiendes la vida.

Si antes eras ajeno a esta realidad y llevabas una vida llena de caos y dolor, vivir bajo con este nuevo enfoque de seguro que es como si volvieras a nacer.

De repente todo cambia. Caes en cuenta de que la mayoría de las cosas que te robaban la paz, eran en realidad tormentas en un vaso con agua que tú mismo provocabas.

Tormentas que aunque importantes (los problemas y los desafíos de cada persona no se pueden menospreciar) ahora sabes sortear y no te arrebatan estrepitosamente tu tranquilidad.

La preocupación y el estrés ya no te afectan tan considerablemente como antes, porque has aprendido el arte de saber vivir bien, en armonía con lo que te rodea.

Y sí, para mí la felicidad es un arte puesto que si fuera una ciencia, ya muchas personas serían absolutamente felices.

Y aunque la ciencia venga ocupándose hoy por hoy y aportando significativamente de muchas maneras a la felicidad, me sigue pareciendo que ésta es todo un arte.

Un arte que bien puede complementarse y alimentarse de la ciencia, pero cuya aplicación es netamente una manifestación subjetiva y personal.

En este sentido, podemos usar la ciencia para comprender mejor la felicidad, pero apelar al arte cuando sea momento de practicarla.

De hecho, creo que la felicidad es más una práctica que una teoría.

La felicidad es una cuestión «eminentemente práctica» que requiere disciplina y dedicación.

Si de verdad anhelamos ser felices y transformar nuestras vidas para salir de la desesperación, el caos, la desesperanza y el sufrimiento, es fundamental ir más allá de simplemente anhelar dicho deseo.

Necesitamos imperiosamente aplicar las herramientas, recomendaciones y estrategias que diferentes maestros, espiritualistas, científicos y expertos sugieren.

Si bien todas no son para todo el mundo, es necesario que experimentes un poco y analices cuál de todas te aporta más en la construcción de tu felicidad personal.

A propósito, hay varios artículos de este blog con recomendaciones y sugerencias de diversa índole que considero te pueden aportar significativamente en dicho proceso.

Sólo así, con seriedad, compromiso y dedicación, podrás llegar a comprender lo que realmente significa la dicha de ser auténticamente feliz.

Si no practicas y sigues creyendo que la felicidad es tan sólo una decisión que se toma y que basta con ello para interiorizar sus beneficios, pasarás el resto de tu vida en la mediocridad.

Para sentir la dicha de ser auténticamente feliz se requiere de aplicación. De entrenamiento. De persistencia, constancia y consistencia.

Ahora bien, esta dicha no significa que nunca más volverás a sentir emociones negativas.

No quiere decir que porque eres un practicante de la auténtica felicidad, jamás volverás a sentir tristeza, nostalgia, angustia o enojo.

Eso y mucho más seguirás experimentándolo. La diferencia es que a medida que vas practicando más y más, te vas entrenando para salir con más facilidad y rapidez de tales estados de malestar.

Es más, hay quienes van un paso más allá y aunque estén experimentando este tipo de emociones negativas, simplemente lo viven.

Dejan de verlo como algo malo que les genera malestar, y simplemente se permiten sentirlo con la misma naturalidad con la que sienten cualquier otra emoción positiva.

Empiezan a comprender que ambas categorías emocionales, las positivas y las negativas, son simples estados pasajeros que no definen su esencia en absoluto.

Desvinculan dichos estados pasajeros a lo que realmente ellos son. Dejan de juzgarse con base en sus emociones y más bien se definen con base en su esencia más interior.

De ahí que dejen de buscar afuera su felicidad, y la encuentren donde siempre ha estado: en su interior.

Con todo, la dicha de ser auténticamente feliz no es una utopía ni un sueño inalcanzable.

Es una opción de vida que todos podemos elegir y, en consecuencia, abrazar.

La imagen que acompaña a este artículo no ha sido elegida por capricho ni por azar.

La verdad es que si hacemos caso a lo que tanto escuchamos sobre «ser como los niños», será más fácil abrirle las puertas a la felicidad.

Unas puertas que yacen en nuestro interior y cuyas llaves guardamos nosotros mismos.

Pero cuidado, ser como niños no quiere decir comportarnos infantilmente y ser caprichosos.

Los beneficios de ser como niños significa volvernos a conectar con muchas de las cualidades que exhibíamos cuando éramos niños.

Si recuerdas tu infancia, seguro recordarás muchas pataletas y al mismo tiempo muchos momentos alegres.

Durante tal etapa, éramos espontáneos y vivíamos un día a la vez. No nos preocupaba el futuro y fácilmente nos desprendíamos del pasado.

Ni los momentos tristes o alegres nos dejaban encadenados al pasado.

Y en cambio sí que disfrutábamos con magistral destreza de las mil aventuras con que a cada instante nos obsequiaba el presente.

Si de verdad quieres experimentar la dicha de ser auténticamente feliz, ponte las pilas y prepárate para volver a conectar con tu ser interior.

Tanto si quieres mostrar tu acuerdo o tu desacuerdo con lo comentado en este artículo, déjame tus comentarios.

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