El Nacimiento de la Felicidad Parte VI

El Nacimiento de la Felicidad Parte I
El Nacimiento de la Felicidad Parte I

Renuncié a mi último empleo tan sólo faltando ocho días para viajar hacia Europa. Se trataba de un viaje de tres meses por varias ciudades de este continente en el que estaría acompañado nada menos que de mi madre.

La principal motivación de este extenso periplo era brindarle a ella uno de sus más anhelados sueños: viajar al exterior y conocer otros países. Fue así como dejé mi empleo, delegué en alguien de confianza mi negocio y me desconecté de todos mis compromisos laborales. 

Aunque había escuchado que quienes desean dar un giro importante en sus vidas o abstraerse de la cotidianidad de sus trabajos, se toman seis meses, y a veces hasta un año completo (el famoso sabático), yo estaba más que satisfecho con mi plan de viaje.

Arribamos a España justo un día después de que se terminara el verano. Nos aguardaban noventa días en los que literalmente atravesaríamos toda la estación otoñal. Nuestra grandiosa travesía se iniciaría desde el norte de Europa en Polonia, extendiéndose hasta el sur del continente, para finalmente saltar hasta el norte de África.

En concreto, llegamos a Barcelona donde pernoctamos para salir al siguiente día muy temprano en la mañana, hacia Varsovia. Tras visitar muchas más ciudades de las que esperábamos en este bello país, pasamos a Alemania donde tuvimos la oportunidad de conocer Berlín y Francfort del Meno.

De allí pasamos a Austria, luego a República Checa y retornamos a Alemania para conocer la bella ciudad sureña de Fiburgo. Desde allí, tomamos un tren que nos llevó a una de las ciudades que durante años consecutivos ha figurado en el ranking de las más costosas del mundo: Zúrich, Suiza.

Aunque ya había tenido la oportunidad de conocer este hermoso territorio, esta vez la experiencia fue maravillosa. Suiza era uno de los destinos más esperados por mi madre. Disfrutar al ver su alegría sigue siendo hasta hoy una de las experiencias más gratificantes que he vivido.

Aparte de salir al exterior, mi madre tenía tres sueños que anhelaba cumplir durante este viaje: conocer la nieve, un árbol de olivo y uno de manzanas. Gracias a Dios tuvo experiencias sumamente significativas al momento de cumplir cada uno de sus tres deseos.

En Suiza, conoció la nieve; en España, el árbol de olivo, y en Polonia, atestiguó la exuberancia de las manzanas; inclusive las cogió del árbol como si se tratara de mangos, mamoncillos o limones, en su país de origen.

Tras conocer la mayor parte de Suiza, visitar París y un par de ciudades en Italia, y conocer uno de los países más pequeños del mundo, Liechtenstein, viajamos hacia España. Aunque fue a este país el primer territorio al que llegamos desde nuestro lugar de origen, no habíamos permanecido allí ni siquiera por veinticuatro horas.

A nuestro regreso a España, visitamos con calma varias ciudades. Inclusive aprovechamos para ir hasta a Andorra, donde pudimos contemplar toda la exuberancia y la majestuosidad de los pirineos.

De la península ibérica bajamos a Islas Canarias y de allí tomamos ventaja para volar hasta la famosa ciudad de Marrakech, en Marruecos. Una vez allí conocimos lugares fantásticos, así como la ciudad costera de Essaouira.

Definitivamente este viaje fue todo un éxito. Los únicos imprevistos que tuvimos fueron muy positivos; terminamos conociendo más ciudades y países de los que inicialmente teníamos presupuestados en nuestro plan de viaje. También compartimos con personas maravillosas que nos acogieron con cariño y mucha hospitalidad.

Como ya lo expresé, una de las mejores recompensas fue el agradecimiento y la satisfacción de mi madre. La forma en que ella es capaz de disfrutar de todo, es un factor que me inspira cada día para ser agradecido y mantenerme contento. Cuando conoció la nieve parecía una niñita pequeña jugando con ella.

Aterrizando de nuevo a la realidad, debo confesar que invertí la mayor parte de mis ahorros en este espectacular viaje. Aunque sabía que a mi regreso no me aguardaba ningún empleo, que tenía algunas deudas pendientes de mi negocio de alimentos y que mis ahorros eran mínimos, estaba convencido de que la abundancia y la riqueza ahora eran dos de mis mejores amigas.

Invertir la mayor parte de mi dinero en la experiencia que acabas de leer es algo de lo que jamás en mi vida me arrepentiré. Las recompensas y las riquezas que obtuve de este viaje son invaluables. Por un lado, el viaje me permitió conocer y experimentar al lado de mi madre muchísimas experiencias que quedarán atesoradas para siempre en nuestros corazones. Recuerdos y experiencias que ningún objeto o posesión material podrían igualar.

Por otro lado, durante mis múltiples recorridos en tren, en avión, en barco tuve mucho tiempo para pensar. También pude sentarme a pensar serenamente en numerosas ocasiones sobre mi vida. Lo hacía mientras disfrutaba de un maravilloso atardecer o me deleitaba con la belleza de los múltiples paisajes que tuve la oportunidad de apreciar.

La verdad es que el viaje me permitió dar el impulso final que necesitaba para seguir creciendo y tomar las decisiones definitivas que me llevarían a otro nivel en mi vida. Durante mis meditaciones por Europa, no sólo concluí que lo primero que debía hacer era vender mi negocio nada más regresara a mi ciudad de origen, sino que también se me reveló el nombre de SERES FELICES.

Como ya les comenté en otras partes de esta serie, la idea de crear algo grande que me permitiera crecer y alcanzar una vida de plenitud, paz, tranquilidad, abundancia ilimitada y felicidad auténtica y duradera, venía ya formándose en mi mente meses antes del viaje. Sin embargo, aunque sabía lo que quería, no tenía ni la menor idea de cómo lo haría.

Mi idea ni siquiera tenía nombre e ignoraba a través de qué producto o servicio podría empezar a poner en práctica toda la información y las ideas que había pensado desarrollar mediante SERES FELICES. Lo que sí tenía muy claro es que quería reunir todos los conocimientos que había adquirido durante mi recorrido como emprendedor para ponerlos al servicio de un objetivo común y forjar la mejor versión de mi mismo.

Y es que durante mi experiencia emprendedora previa a SERES FELICES, no sólo reforcé muchos de mis conocimientos anteriores, sino que también adquirí otras habilidades y competencias que me han permitido crecer y seguir desarrollando todo mi potencial en diferentes áreas y aspectos de mi vida.

En definitiva, soy muy afortunado de haber tomado el camino del emprendimiento y no haber seguido a la mayoría de las personas con las que me rodeaba académica y profesionalmente por aquellos días de recién graduado. Sé que cometí muchos errores en el proceso, pero sin ellos creo que hubiera sido bastante difícil priorizar y enfocarme.

Sin embargo, considero que mi mayor logro hasta ahora ha sido expandir mi conciencia para entender que primero debemos invertir en nuestro propio desarrollo; en nuestro crecimiento y evolución como seres humanos.

De esta manera, entendí en todo sentido que el verdadero éxito llega cuando nos comprometemos con nuestra propia felicidad. Y no hablo de esa felicidad efímera o limitada que se define con base en experiencias pasajeras sin sentido, sino de esa felicidad que llena cada rincón del alma y se instala serenamente en tu corazón.

La próxima entrega es el capítulo final de esta serie. En ella hablaré con más detalle sobre todos los beneficios y nuevas oportunidades que llegaron a mí cuando tomé la firme resolución de comprometerme fielmente con mi pleno derecho de ser un hombre auténticamente feliz. Asimismo, comentaré sobre mi propósito de vida y mi intención con SERES FELICES.

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