La felicidad comercial es la noción que nos puede llevar a creer que, consumir, ir de compras y gastar, nos brinda felicidad.
Parece ser que la felicidad comercial se halla de moda hoy más que nunca.
Son cientos, sino miles, las marcas que están utilizando la «felicidad» como estandarte comercial para persuadir a sus consumidores.
En mi ciudad natal -Medellín- basta darse un paseo por los principales centros comerciales, para ver esta palabra en los lemas y eslóganes de venta de varias marcas.
Sin embargo, esto no es algo exclusivo de mi ciudad. En otras ciudades y países también se viene implementando este concepto.
Yo mismo lo he visto en mis viajes por diferentes ciudades y países.
Incluso, estas tendencias vienen en su mayoría de países desarrollados y, como tal, vienen teniendo también acogida en otras latitudes.
Si hay algo cierto, es que el marketing y las ventas harán uso de lo que sea para lograr sus cometidos comerciales.
Si la palabra «felicidad» vende, y le da un aire de atracción y novedad a una marca, no importa si se «prostituye» el verdadero significado del término.
De ahí que la felicidad se haya convertido para muchos negocios, en el santo grial de las ventas.
En un arma no tan secreta, pero sí muy bien manejada para vincular a una marca con sus consumidores.
Lo grave del asunto, es que son muy pocas las personas que parecen darse cuenta de esta cuestión.
Al menos en un sentido consciente que los lleve a cuestionarse a sí mismos.
A cuestionar y criticar este hecho que -sin ser un fenómeno tan dramático- sí es perjudicial para nuestro bienestar.
Sobre todo para nuestro entendimiento de lo que significa la felicidad.
Pues si creemos que ser felices es ir de compras, seguro que esa supuesta «felicidad» será tan efímera como la llama de un fósforo.
Por lo tanto, el problema no es ni siquiera ver la palabra felicidad expuesta por doquier.
De hecho, esto puede ser positivo si lo utilizamos como una forma de recordatorio que nos alerte sobre la importancia de tomar decisiones que nos inviten a llevar una vida más plena y tranquila.
El verdadero problema y el que más llama mi atención, es que la gente, sobre todo inconscientemente, empiece a asociar la felicidad con el consumo.
Que las personas sólo se sientan «bien» y en «calma», mientras estén consumiendo, comprando o cenando en su restaurante favorito.
Y todo esto llama mi atención porque, si las personas piensan que en eso se basa su felicidad, difícilmente podrán aprovechar los beneficios de una felicidad auténtica, duradera e interior.
Definir lo que entiendes por felicidad, en términos comerciales y de consumo, no es ningún crimen.
Sin embargo, te privará de conocer ese otro tipo de felicidad que he llamado superior, porque es incondicional.
Esa felicidad «a prueba de balas» que no te «te dejará tirado» ni en los momentos más desafiantes de tu vida.
Otro detalle incómodo de esta realidad, es que sin importar si te interesa o no la felicidad, si no eres consciente de lo que está sucediendo, estás dejando que otras influencias, definan tu felicidad.
En este caso, son las marcas y las empresas quienes te están dictando lo que se necesita para ser feliz.
Hasta que tú no te ocupes de definir tu propia noción de felicidad, serán otros quienes te sigan imponiendo sus propios términos de lo que es la felicidad.
Y tú seguirás haciendo caso de lo que ellos te digan, sin ni siquiera cuestionarlo ni hacer nada para cambiar tus comportamientos y hábitos de consumo.
Es por todo lo anterior que hablar sobre la felicidad comercial, me parece de gran relevancia.
Analicemos con más detalle la felicidad comercial y lo que debemos tener en cuenta para salir de su influencia y adoptar una felicidad que esté definida en términos más provechosos para nuestro bienestar integral.
La Felicidad Comercial
La verdad es que el tipo de felicidad que el comercio y el consumismo están fomentando, no es de ninguna manera la felicidad auténtica.
Por ello, vale la pena recordar algunas de las características más importantes de la felicidad auténtica o de la auténtica felicidad (da igual como la quieras llamar).
En principio, se trata de una felicidad individual, interior, que no proviene de ninguna otra parte más que de ti mismo.
En segundo lugar, es una felicidad que no depende de nadie ni de nada.
No está vinculada con las circunstancias, sin importar si éstas se tornan favorables o adversas.
Por último, es una felicidad que al ser interior y depender exclusivamente de ti mismo, está bajo tu entera responsabilidad.
Y al ser tu propia responsabilidad, fortalecerla e incrementar tus niveles de bienestar interior, es un compromiso únicamente tuyo.
Al respecto, podemos entender la felicidad como una disciplina. Un elemento esencial en nuestras vidas, cuyo buen desarrollo exige esfuerzo y disciplina.
Y es justamente la práctica consciente y constante de la felicidad, lo que he llamado en otro de mis artículos como, disciplina de la felicidad.
Lo que la disciplina de la felicidad nos demanda, es integrar a nuestra vida la felicidad como un estilo de vida en el que a diario hacemos ejercicios que nos permitan ser más felices.
Ahora bien, como seguramente ya notaste, hay una diferencia enorme entre la felicidad comercial y la felicidad auténtica.
Por un lado, y como ya lo mencioné al principio, la felicidad comercial nos induce a consumir más, dizque para ser más felices.
Ya mencioné también que mientras no tengas tu propia definición de felicidad -y ojalá sea una definición bien firme- seguirás sometido a cualquiera que sea la vertiente socio-económica que más se imponga en tu cultura.
De ahí que sea fundamental que te «mosquees» un poco y empieces a cuestionarte si eres presa de la felicidad comercial, o si por el contrario, la felicidad tiene algún significado más poderoso en tu vida.
Para que empieces a ser consciente de los efectos que la felicidad comercial puede ejercer sobre ti, te recomiendo realizar el siguiente ejercicio.
Sin importar en qué ciudad o país del mundo te encuentres, visita un centro comercial cerca a ti. Hazlo con una actitud más consciente y observadora.
Empieza a pasar por los distintos locales e identifica cuáles de las marcas que hay allí, contienen la palabra «felicidad» dentro de sus lemas o promesas de venta.
Si quieres toma nota de tus observaciones o sólo compártelo con quien estés, si es que vas acompañado.
En lo que respecta a mí, que soy un estudiante apasionado de la felicidad, no he podido dejar de fijarme en este fenómeno creciente.
Y debo confesar que ver la palabra felicidad en muchas partes, me produce alegría y me pone contento, pues es una palabra con la que convivo todo el tiempo y hace parte esencial de mi vida.
No obstante, lo que me inquieta muchísimo, es el hecho de que muchas personas ni siquiera se den cuenta de cómo se está utilizando este concepto.
Y esto es algo muy preocupante porque si tú no te inquietas por esto, significa que estás aceptando el hecho ingenuo, e infantil, de que la felicidad significa ir de compras.
Si así lo fuera, muchas personas serían felices y forjar una noción de felicidad que fuera «a prueba de balas», sería tan sencillo como salir a comprar algo.
O, incluso más fácil aún, como abrir tu navegador y comprar lo que deseas por internet.
Por lo pronto, fíjate que ya no es sólo McDonalds y su cajita feliz o Coca Cola con sus diferentes comerciales, los que utilizan la felicidad.
Estoy seguro que te darás cuenta que muchas otras marcas mucho más pequeñas y menos reconocidas que estas dos gigantes, también están «aprovechándose de la felicidad».
Verás resaltada la felicidad en varias pancartas y avisos, como si se tratara de una invitación a que seas más feliz.
«Toma esto y sé más feliz». «Ven a nuestra sede y conoce la felicidad». «Consume esta bebida y llénate de felicidad».
Por supuesto verás frases comerciales mucho mejores (las mías apestan), pero por ahí va la cuestión…
Para finalizar…
Consumir, ir de compras y gastar no te va a reportar más felicidad.
Estas acciones te darán alegría, satisfacción y te pondrán contento, pero no te darán felicidad.
Los efectos de este mal llamado tipo de felicidad, son pasajeros y no dependen de ti.
Piensa por ejemplo cuando no tienes dinero para comprar algo.
¿Significa entonces que mientras no puedas adquirir eso que quieres, eres infeliz?
¿Será entonces que mientras estés trabajando y no paseándote por el centro comercial, no eres una persona feliz?
Te recomiendo que reflexiones juiciosamente sobre todo esto.
Si aún piensas que tales actividades te van a convertir en una persona más feliz, es bueno que replantees tus creencias al respecto.
Aunque parezca exagerado, para muchas personas, no estar consumiendo, comprando por internet o de paseo por el centro comercial, significa malestar, frustración o tristeza.
Por último, quiero dejar claro que no estoy en contra del comercio ni mucho menos de las ventas.
De hecho, dicho sea de paso, aprender a vender te puede hacer más feliz.
Tampoco critico el ingenio que han tenido los mercaderistas al recomendar a sus directores comerciales la implementación de tal estrategia.
Lo que me inquieta es que las personas no tengamos clara esta diferencia, y sigamos ingenuos, caminando como zombies por las atestadas vías del consumismo.
Gasta tu dinero en lo que quieras y consume lo que quieras si ese es tu deseo.
Pero sé consciente de que nada de eso, te hará una persona más feliz.
¿Qué piensas de la felicidad comercial?
¿Crees que es algo pasajero y sin importancia?
¿Te parece válido crear oportunidades como estas para reflexionar sobre el tema?
¿Si tú no estás sometido por la felicidad comercial, crees que tus familiares o amigos cercanos sí lo están?
¿Si consumir y comprar no significan para ti la felicidad, entonces qué lo es?
¿En qué principios basas tu felicidad?
¿Cuáles son los criterios que te permiten saber si eres feliz o no?
Por favor, cuéntame en los comentarios.
Hasta una próxima ocasión.