La Felicidad Ingenua
La felicidad ingenua es un tipo de felicidad donde prevalece la inconsciencia y, por supuesto, la ingenuidad.
Quienes rigen su bienestar psicológico y emocional, por la felicidad ingenua, viven en un eterno paraíso de color rosa, donde aparentemente nada incómodo o negativo parece ocurrir.
Aunque ahí afuera sucedan grandes tragedias y el caos sacuda a la humanidad, los «felices ingenuos» siguen viviendo en una especie de urna de cristal.
Y no es que sean personas insensibles y malvadas que no tienen empatía ni sensibilidad por los demás.
Tampoco se han propuesto a propósito comportarse así ni fingen el «optimismo ciego» que los acompaña gran parte del tiempo.
Lo que sucede es que mantienen resguardados en su propia realidad.
Viven en un mundo de ensoñación que se sostiene gracias en gran medida a los privilegios y ventajas materiales y económicas que por lo general les han sido heredadas.
He propuesto este tema para suscitar reflexión entorno a otro de los muchos mitos y malentendidos que existen acerca de la felicidad.
Mi objetivo es traer un poco de luz a la oscuridad que a veces no nos deja ver bien lo que es la auténtica felicidad.
Creo que para comprender mejor a la felicidad es importante también indagar sobre lo que ésta no es.
La Felicidad Ingenua
No nos digamos mentiras ni tampoco seamos ingenuos.
Aunque cualquier persona que se lo proponga puede ser feliz y superarse sin importar sus condiciones, circunstancias extremas como nacer en Lesoto y en Suiza, marcan un punto de partida demasiado extremo.
Supongamos que dos bebés nacen el mismo año y el mismo mes. Uno nace en Lesoto y el otro en Suiza.
Hay -aunque sean realmente pocas- posibilidades de que el individuo proveniente de Lesoto alcance la presidencia de su pequeño país o se convierta en un alto funcionario diplomático.
Sin embargo, dadas las circunstancias que determinan su realidad, tendrá que enfrentar muchísimos retos más, que el ciudadano suizo.
Ahora bien, si hablamos de bienestar social, es evidente que las condiciones del primer país son mucho menos favorables para sus ciudadanos que las del segundo.
Mientras que el bebé de Lesoto se ve obligado a enfrentar retos de toda índole, en Suiza, su contraparte tendrá muchísimas más garantías de llegar a una edad adulta.
Y no sólo de convertirse en adulto, sino de volverse un adulto sano mental, física y emocionalmente hablando.
Gracias a la efectividad de su sistema socio-político y económico y a la capacidad de sus gobernantes, el bebé suizo podrá recibir una cantidad de beneficios que son considerados normales en dicha sociedad.
Por su parte, los beneficios que son normales y que todos los habitantes de Suiza dan por hechos, se consideran «privilegio de reyes» en Lesoto.
Este breve escenario comparativo, nos permite formar una idea clara sobre la noción de felicidad ingenua.
La felicidad ingenua se caracteriza por un optimismo excesivo y cierta distorsión de la realidad.
En ocasiones, esta clase de felicidad, puede hacernos «insensibles» frente a diferentes sucesos que se suceden a diario en nuestro acontecer actual.
Retomando nuestro ejemplo de los bebés Suizo y el Lesotense, es claro que el primero adquiere, desde su nacimiento, un alto grado de bienestar.
Sin embargo, es justamente en este tipo de inviduos que «todo lo tienen» donde florece la felicidad ingenua.
Advierto que no soy determinista. Existen ricos humildes y pobres soberbios.
Hay personas que habiendo nacido en las peores condiciones, se levantan con grandes resentimientos y heridas que les impiden alcanzar la felicidad.
También hay individuos que naciendo con todos los privilegios, los aprovechan y los utilizan para crecer, ser mejores personas y ayudar en el proceso a los demás.
Lo contrario también es cierto. Personas con todos los privilegios que se suicidan y otras que en condiciones de extremas carencias, logran sanar sus heridas y trascender sus peores experiencias.
A los individuos que logran superar sus dificultades, sean éstas producto de los privilegios o de la falta de ellos, los llamamos resilientes.
La felicidad ingenua se gesta pues, en aquel tipo de individuos que teniendo privilegios, viven bien, pero nunca se detienen a reflexionar sobre las razones de su bienestar.
Pasan sus vidas en un estado de inconsciencia en el que disfrutan de todas las oportunidades que la vida les concedió.
No obstante, al no ser conscientes de todo lo que tienen, se pierden la oportunidad que brinda la gratitud consciente.
La gratitud y el agradecimiento, siendo dos palabras diferentes, se refieren a la misma capacidad que tenemos los seres humanos de ser conscientes de todo lo que se nos ha dado, y agradecer por ello.
Sea mucho o sea poco, quienes conocen la gratitud, alcanzan un estado muy alto de bienestar interior, que ya no depende de las circunstancias externas.
Son personas que siendo millonarias o apenas pudiendo cubrir sus necesidades básicas, adquieren una felicidad interior que les otorga un estado de plenitud permanente.
Este tipo de felicidad proviene del interior y, por lo tanto, es la felicidad que llamamos felicidad auténtica.
Auténtica, porque a diferencia de la felicidad ingenua, es una felicidad cuyos practicantes son conscientes de ella.
No están ciegos y saben que son auténticamente felices porque sin importar de dónde provengan y cuáles hayan sido los desafíos y problemas de su pasado, viven un presente pleno.
Tampoco son ingenuos. Poseen cosas materiales e incluso pueden ser dueños de negocios o empresarios.
Pero a pesar de todo eso, no rigen su vida ni sustentan su felicidad sobre los aparentemente fuertes pilares del imperio materialista.
Para finalizar…
En definitiva, la felicidad ingenua no es mala. Es un tipo de felicidad que se adquiere «automáticamente», gracias a las muchas oportunidades que por azar (o destino) la vida nos concede a algunas personas desde el nacimiento.
La felicidad ingenua se ubica varios peldaños abajo de la felicidad auténtica, porque los individuos que la ostentan, no son conscientes de todo lo que la vida les ha dado.
Simplemente piensan que es normal tener lo que tienen, estar donde están y vivir como viven.
Sin embargo, si vives en un estado de felicidad ingenua, puedes alcanzar la felicidad auténtica tan sólo siendo consciente y agradeciendo por todo lo que tienes.
Si lo haces, potenciarás exponencialmente todos los dones, talentos y privilegios que te fueron dados y descubrirás tu verdadero propósito de vida.
Por último, quiero decirte que no tienes que haber nacido en Suiza ni en Dinamarca para decir que eres un privilegiado.
Basta con que hayas nacido en un hogar donde te hayan brindado amor, cariño, cuidado y suplido todas tus necesidades básicas para ser mucho más privilegiado que millones de personas que no han tenido nada de esto.
En mi caso, por ejemplo, he sido un privilegiado sumamente afortunado. He tenido todo lo necesario para poder realizarme cada día más en los diferentes aspectos y ámbitos de mi vida.
Si eres «un feliz ingenuo» o una «feliz ingenua», sería genial si pasas al siguiente nivel de la felicidad auténtica.
Realmente no requiere de mucho. Basta que hagas un alto en el camino y reflexiones sobre lo mucho que tienes.
Considera no sólo los bienes, posesiones y privilegios económicos y materiales.
Toma en cuenta también tus talentos, virtudes, tus cualidades y demás elementos de valor emocional y espiritual, al momento de realizar este inventario.
Incluye también a tus padres, familiares, hijos (si los tienes), a tus amistades genuinas y a tus mascotas.
Hazlo y te aseguro que te sorprenderá caer en cuenta de lo mucho que ya tienes y que realmente no te falta nada más que ser consciente de lo mucho que ya se te concedió.
La ingenuidad parece muy tierna y a veces se la confunde con la inocencia, pero en realidad está más cerca de la ignorancia.
Y de la ignorancia se ha dicho que puede llegar a ser atrevida. Por eso te conviene pasar de la ingenuidad a la autenticidad.
En tu caso ¿qué podrías decir? ¿Vives tu vida en la felicidad ingenua o en la felicidad auténtica?
Cuéntame en los comentarios.