En la publicación anterior confrontamos algunas de las causas que nos impiden llevar una vida plena, a tal punto que nos atrevimos a nombrar dicho artículo bajo el título de, «¡Nunca serás feliz!».
Ello con el objetivo de llamar la atención de quienes aún piensan que la felicidad es un privilegio de una minoría.
En esta ocasión, he querido volver a resaltar la importancia de la felicidad, pero desde un planteamiento inclusivo que refuerza la idea de percibirnos como seres merecedores de tan sublime beneficio.
Por extraño que resulte para quienes por mucho tiempo han vivido condicionados por pensamientos pesimistas, la felicidad es nuestro estado natural por excelencia.
La felicidad es una facultad que está al alcance de todos. Es un poder natural que yace en nuestro interior. Un estado de plenitud tan simple que a menudo pasamos por alto, creyendo que se necesita de muchas cosas para alcanzarlo.
La cuestión empeora cuando tras analizar minuciosamente esa «lista de cosas», nos damos cuenta de que los ingredientes con los que pretendemos preparar nuestra «pócima de la felicidad» están hechos de compuestos artificiales. Insumos tan pobres y superficiales que apenas si alcanzan para permitirnos atisbar un destello de lo que realmente es la felicidad.
Categorizamos a la felicidad como una facultad, por la simple razón de que es un poder dormido que desgraciadamente la mayoría ignora.
Lo cierto es que todos podemos ser felices, siempre y cuando, evidentemente, queramos serlo.
Aunque algunas personas puedan tener una predisposición genética a ser más alegres y reaccionar de manera más tranquila frente a la adversidad, esas son únicamente manifestaciones, mas no son la felicidad en su totalidad.
Al menos no se corresponde con la felicidad auténtica que promovemos desde SERES FELICES.
De ahí que muchas veces la felicidad se perciba como efímera, porque la duración de una emoción o de una actividad es pasajera.
Aunque se extienda en el tiempo, tarde o temprano finalizará, y con ello, también nuestra sensación de que ya no somos felices.
Sería muy ingenuo, y hasta infantil, pensar que algo tan potente y de tanto alcance como la auténtica felicidad, sea algo de tan corta duración.
Considerarla de ese modo, sería rebajarla a la simple categoría de una droga cuyos efectos están limitados por un brevísimo lapso de tiempo.
Por lo tanto, ello nos debe llevar a considerar que la felicidad no es tan sólo algo que se manifiesta en determinado momento, sino más bien un estilo de vida que nos lleva a pensar conscientemente sobre cuál es la mejor forma de conducir responsablemente nuestra vida.
En este orden de ideas, podemos afirmar que parte de la noción preliminar de la felicidad, consiste en ser conscientes de la importancia de ser felices. Es reconocer que al ser una persona feliz tomo las riendas de mi propia vida, y no le delego semejante responsabilidad a nadie más que mí mismo.
Ser responsable de uno mismo supone muchas más implicaciones de las que podríamos tratar en este artículo, y por ello, ese será un tema que quizás revisaremos con más detalle en otra ocasión.
Tú también puedes ser feliz si empiezas por reconocer con equilibrio y sin obsesión, la importancia de ser feliz.
Tú también puedes ser feliz si te abres a la sabiduría de ser auténticamente feliz.
Puedes ser feliz si te permites un espacio de conexión con tu ser interior. Si te alejas por un momento del bullicio exterior para conversar y comunicarte en silencio con ese ser humano que habita dentro de ti.
Es conveniente empezar por despojarnos de todas las creencias que nos impiden pensar que merecemos ser felices. Limpiemos nuestra mente de todas esas toxinas mentales que nos contaminan y no nos dejan trabajar en procura de nuestra realización. De nuestro éxito y, por supuesto, de nuestra felicidad.
Indaguemos sin pereza sobre lo que significa realmente la felicidad. Investiguemos y profundicemos en el estudio de esta temática.
Cuestionemos sin temor las diferentes nociones y conceptos que a diario nos bombardean desde las redes sociales y otros medios de comunicación que no son para nada rigurosos al momento de filtrar todo tipo de contenidos.
Sin embargo, permitámonos consultar tanto fuentes oficiales, como aportes y comentarios no oficiales.
Cultivemos la capacidad de ser rigurosos y críticos, pero humildes al mismo tiempo. Ello nos ayudará a convertirnos en artesanos del conocimiento, capaces de separar la escoria del metal precioso y de depurar lo insignificante de lo realmente valioso.
Fortalezcamos nuestro propio criterio para que podamos consumir de los saberes de quienes son expertos.
No obstante, tengamos también el discernimiento de reconocer las sabias lecciones de aquellos que sin ningún aval académico, nos instruyen a diario con las extraordinarias experiencias de sus propias vidas.
Tú también puedes ser feliz siempre que te predispongas a ser merecedor de una vida plena. Recuerda que sin importar las experiencias pasadas, puedes volver a conectarte con esa fuente de felicidad que yace dentro de ti.
Reconoce que vales tanto que nada ni nadie pueda impedirte convertirte en un individuo auténticamente feliz.
El amor que sientes por ti mismo es tan especial que reconoces la abundancia, la prosperidad y la plenitud que llegan cuando te decides a construir tu propia felicidad.
¡Felicidad Auténtica al Máximo!