¿Qué es la Felicidad Sintética?

¿Qué es la Felicidad Sintética?

La felicidad sintética se refiere a la capacidad de aceptar y contentarse con lo que uno tiene.

Sin importar la situación o si nos ocurren sucesos positivos o negativos, la felicidad sintética nos ayuda a mantenernos en nuestra línea base de la felicidad.

Normalmente, cuando una persona no obtiene los resultados que espera, experimenta frustración, impotencia, tristeza y rabia.

Dichas emociones afectan nuestro bienestar y nuestro estado de ánimo, disminuyendo consigo nuestros niveles de felicidad.

El concepto de felicidad sintética ha sido desarrollado por el reconocido profesor de psicología de Harvard, Dan Gilbert.

Para Gilbert, la felicidad sintética es la capacidad de adaptarnos cuando no obtenemos lo que esperamos.

Para poder entender mejor la idea de felicidad sintética, debemos aludir al término de felicidad natural.

La felicidad natural es la alegría y la satisfacción que nos invaden cuando conseguimos lo que queremos.

Por su parte, la felicidad sintética es la felicidad que nosotros mismos nos «inventamos» cuando nuestros planes no resultan como esperamos.

A simple vista, pareciera que la felicidad sintética es una especie de autoengaño. Como hacerse el de «la vista gorda» frente a una realidad palpable que no sólo está ocurriendo, sino que también nos está afectando.

Como «hacerse el loco» pensando que todo está bien, cuando en realidad hay algo mal que nos produce malestar y tensión.

Sin embargo, la capacidad de adaptación que promueve la felicidad sintética no consiste en «hacerse el loco».

No es inventarse un cuento de hadas para pintar con colores más vivos una realidad que se muestra gris y oscura.

Tampoco debe entenderse como conformismo o resignación. A la larga, la resignación y el conformismo producen resentimiento y frustración.

La felicidad sintética, se refiere más bien a la capacidad de fijar nuestra atención en todas las cosas que ya tenemos y que somos.

Es no enfocarse en lo que nos falta, sino en apreciar lo que ya tenemos.

Adoptar una actitud así, nos permitirá utilizar una de las grandes fuentes de la felicidad: la gratitud.

La gratitud y el agradecimiento, son dos componentes esenciales del optimismo.

No es de extrañar que las personas agradecidas sean optimistas y que las optimistas piensen positivamente, en parte porque son agradecidas.

Una persona optimista es una persona con niveles más altos de felicidad. Es decir, es una persona más alegre, que experimenta más satisfacción y contento.

Es un ser humano que necesita de muy pocas cosas para ser feliz, porque ha comprendido que la verdadera felicidad no depende exclusivamente de sus logros.

Aunque sueña, aspira a mejores cosas y tiene metas y objetivos, no basa su felicidad en función de los resultados. Ha aprendido a disfrutar del viaje, enfocando su atención en el paisaje que tiene ante sí.

Ya no se obsesiona con la meta, porque ha aprendido a experimentar el placer sublime de disfrutar de cada parte y de cada momento del trayecto.

Ahora bien, en cuanto a éxito y realización se refiere, existen algunos pormenores relacionados con la felicidad sintética.

Uno de ellos es el sesgo cognitivo que lleva a algunas personas a subestimar los beneficios de la felicidad sintética.

Para quienes han realizado alguno de los talleres o han leído otros de los artículos de SERES FELICES, puede resultar más claro lo que es la felicidad auténtica.

La felicidad auténtica o superior, es una felicidad a prueba de balas. Se la considera superior, porque es un tipo de felicidad personal (no egoísta) que se construye sobre la base de principios y leyes naturales y universales que armonizan con la realidad de la vida.

Mientras que otro tipo de paradigmas intentan cambiar la realidad de la vida para ajustarla a las necesidades privadas y egoístas de cada individuo, la felicidad auténtica propone aceptar la vida a pesar de sus imperfecciones e ir detrás de fines más altruistas.

Hablamos de la felicidad auténtica para poder entender que la felicidad sintética no es contraria a la primera. La felicidad sintética no es antagonista de la auténtica. Es más bien un complemento y una herramienta más que podemos incorporar a nuestro botiquín de la felicidad.

Yo mismo debo confesar que la primera vez que escuché el término de felicidad sintética, pensé en toda la gama de medicamentos psiquiátricos que pretenden aliviar los malestares psicológicos de los pacientes. Antidepresivos, ansiolíticos y otros tranquilizantes.

La asocié con una falsa ilusión que promete felicidad duradera a cambio de un fármaco con efectos pasajeros.

Sin embargo, el término «sintético» no se refiere a algo artificial o que se recrea para simular algo natural. «Sintético» alude a síntesis. Es decir, a la unión de varios elementos en uno sólo.

De ahí que la felicidad sintética nos ayude a «sintetizar» la realidad para aceptarla sin que ello nos genere malestar. Algo podría molestarnos, inquietarnos e incomodarnos, pero no nos convertirá en prisioneros de los resultados que se generen a partir de cualquier evento.

Por lo tanto, la felicidad sintética nos ayuda a asimilar más rápido las consecuencias desfavorables de un suceso. Y lo hace a partir de una elección que no depende de nada ni de nadie. Depende únicamente de nosotros, por lo que resulta una gran estrategia para impulsar nuestros propios niveles de felicidad.

Otro factor importante a considerar es la forma en como «fabricamos» nuestra felicidad. Si bien podemos decir que la felicidad sintética nos dota con el poder de crear nuestra felicidad, esa felicidad puede ser más o menos frágil dependiendo de cada quien.

De ahí la importancia de tener un concepto de felicidad basado en principios sólidos y una mente despejada y serena.

Aprovechar de manera correcta los beneficios de la felicidad sintética, dependerá de qué tan inteligentemente sepamos aplicarla.

Una estrategia práctica que podemos utilizar para aprovechar mejor los efectos de la felicidad sintética, es la analogía del camaleón.

Cuando un camaleón se siente amenazado, utiliza sus poderes naturales para cambiar de color y camuflarse en concordancia con el ambiente donde se encuentra.

Sin embargo, este sorprendente animal no sólo se camufla para protegerse, sino también para expresar su estado de ánimo. Su camuflaje indica si siente rabia, temor o simplemente está cortejando a una hembra.

Nosotros podemos pensar en un camaleón cada vez que enfrentemos un desafío que nos altere. Cuando algo no salga como esperamos, podemos «camuflarnos» para adaptarnos a esa situación.

Por difícil que sea la amenaza, un camaleón seguirá teniendo la facultad de cambiar de color. Lo que esto nos dice es que por traumática que sea la experiencia, tenemos el poder de volver a cambiar.

Podemos volver a adaptarnos para seguir enfrentando los incesantes retos que a todos nos impone la vida.

En vez de caer en la ingenua creencia de que la vida será mejor cuando no haya problemas, adoptaremos una actitud que nos permita sortear con serenidad cualquier adversidad. Tanto así que, con el tiempo, aprenderemos a apreciar la importancia de tener y resolver problemas.

A esto se refiere la felicidad sintética. Es una práctica que requiere disciplina y constancia para poder interiorizarla en nuestro subconsciente. Si nos entrenamos bastante en su práctica, llegará un momento en el que la utilizaremos automáticamente.

Sin embargo, como cualquier otra técnica, no es infalible y debemos saber cómo y cuándo utilizarla. En algún momento enfrentaremos desafíos tan grandes que quizás exijan otro tipo de abordaje.

A pesar de todo, puede resultar una buena solución para encarar la mayoría de obstáculos cotidianos que se nos presentan.

En dicho contexto, la felicidad sintética surge como una innovadora solución que bien vale la pena implementar.

Con todo, este tipo de felicidad es una estrategia más para seguir cultivando una actitud de felicidad, paz y bienestar.

Es una ayuda que también nos servirá para adoptar una actitud de mayor gratitud y optimismo frente a la vida.

Es una solución práctica que, bien gestionada, nos puede proveer de grandes beneficios y sacar de muchos atolladeros en los que con frecuencia nos atoramos.

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