¿»Eres Feliz» o «Estás Feliz»?
De la respuesta que tú mismo le des a esta pregunta, dependerá en gran medida el éxito o el fracaso que tengas en tu vida.
Así como lo lees… en toda tu vida.
No es por asustarte, pero contrario a muchas trivialidades, esta pregunta sí constituye un asunto completamente trascendental.
Si frecuentemente estás feliz, déjame decirte que, por ilógico que parezca, es muy probable que no seas auténticamente feliz.
Este artículo no es una clase de lenguaje ni mucho menos sobre gramática española.
Sin embargo, te animo a que recuerdes tus primeras clases de inglés.
¿Por qué de inglés y no de español?
Por la sencilla razón de que cualquier persona que haya estudiado inglés y tenga como lengua nativa el castellano (español), recuerda el famoso verbo «to be».
El estudio de este idioma nos hace caer en cuenta que, en español, utilizamos dos verbos diferentes allí donde los ingleses sólo utilizan uno.
A simple vista, «ser» y «estar» parecen dos verbos muy cercanos.
Esto debido al vínculo conceptual que como seres pensantes creamos, al momento de estudiar inglés.
Sin embargo, ser y estar no sólo son diferentes en su morfología, sino también en su significado.
La conjugación de ser es muy diferente a la de estar. Yo «soy» y yo «estoy» mantienen un sufijo similar, pero difieren en su prefijo o parte inicial.
Al margen de todo asunto gramatical, lo que nos interesa es analizar la diferencia conceptual y de significado de cada verbo.
Por un lado, como su nombre lo indica, estar se refiere a un «estado».
A una situación particular en la que experimentamos un determinado suceso.
Por otro lado, ser, alude a una condición menos efímera, y por ende, más permanente.
Mientras que «estar triste» denota un estado de tristeza que en cualquier momento puede cesar, «ser triste» significa que tal individuo tiene una personalidad melancólica que lo mantiene sumido en un estado perpetuo de tristeza.
Tal división comienza a plantearnos un rasgo fundamental donde se halla el quid del asunto que deseo exponer en este artículo.
Con el fin de dar una simple respuesta a una gran pregunta, me he planteado escribir esta publicación a manera de reflexión.
En lo que a la felicidad se refiere, hay una diferencia abismal entre ser feliz y estar feliz.
Me parece que la pregunta –¿eres feliz o estás feliz?– es una gran cuestión que pocas personas se plantean.
De ahí mi responsabilidad de plantearla dentro de esta suerte de ensayo.
Dentro de mi experiencia como defensor y abanderado de la felicidad, he observado que la mayoría de seres humanos, viven en el estado efímero de «estoy feliz».
Estar feliz es una ilusión. Al igual que cualquier estado, se experimenta, se vive, pero se acaba pronto.
La persona que permanentemente afirma que está feliz, no se refiere a otra cosa que a una emoción o sentimiento que experimenta en determinado momento.
En este sentido, puede expresar que está feliz por haber aprobado un examen o porque su equipo de fútbol ganó un partido.
También podría decir que está feliz porque está contento con su pareja o porque se siente satisfecho con su trabajo actual.
A pesar de todo esto, estar feliz sigue siendo un espejismo.
Un espejismo muy sutil en el que todos caemos si no reflexionamos y tomamos conciencia al respecto.
Y no es que estar feliz sea algo malo que no podamos experimentar.
Por supuesto que sí. Estar feliz es parte de la ecuación de la auténtica felicidad.
Sin embargo, la cuestión es que debemos aprender a reconocer una y otra variable, si es que de verdad queremos gozar de una vida más feliz y plena.
Cuando no somos conscientes de algo tan aparentemente trivial, nos perjudicamos a nosotros mismos al pensar que algo pasajero es la felicidad.
Caemos en este engaño y comenzamos a buscar esa felicidad interior de la que cada uno es responsable, en otras cosas o personas.
Lo peor es que aparte de mirar hacia fuera, la depositamos curiosamente en aquellas cosas que son más inestables y pasajeras.
Bajo está lógica vamos por la vida, esperando siempre a que ocurra algo más.
A que logremos algo diferente que nos pueda brindar esa felicidad que tanto anhelamos.
Esa felicidad que, aunque la llamemos por otro nombre, no tiene otro fin más que el de ser plenamente felices.
Ser feliz, en cambio, es parte de algo más duradero que denota una condición más estable.
Cuando somos felices significa que hemos tomado la decisión de ser felices hoy, ahora y en el porvenir.
De ahí que el primer paso para ser auténticamente felices, sea justamente ser conscientes de esta sutileza. De la sutil diferencia entre ser y estar felices.
Eso, junto a la firme determinación de convertirnos en seres felices, es la primera gran decisión que nos conduce a una vida de prosperidad, riqueza y plenitud.
Cuando dices que eres feliz, estás afirmando que la felicidad está contigo.
Ser feliz es apostarle a la auténtica felicidad.
Estar feliz es apostarle a una felicidad débil y efímera que se agota y se rompe frente al más leve temblor.
Ser feliz es cultivar una felicidad interior que nos acompaña en todo momento. En la tristeza y en la alegría; en la adversidad y en el triunfo, ella nunca está ausente.
Desafortunadamente, gran parte del tiempo las personas viven a merced de las circunstancias.
Si les ocurre algo favorable, declaran con euforia que están felices. Pero si al instante les dan una noticia que los perturba, esa felicidad se esfuma y se aleja.
A menos que no anheles una felicidad duradera, que siempre te acompañe, bien harías en seguir conduciendo tu vida mediante la regla de «estoy feliz».
No obstante, si lo que quieres es poder vivir plenamente, con un sentido mucho más amplio de conciencia, bien vale que apuestes por la disciplina de una felicidad auténtica.
No por nada, SERES FELICES no se llama «estemos felices» o «transeúntes felices».
La felicidad no existe en la vida. Sólo existen momentos felices, proclamó el dramaturgo español, Jacinto Benavente.
Sin lugar a dudas tiene razón. La cuestión es que, en su frase, Benavente se refiere a la felicidad pasajera que viene dada por el «estar feliz».
Mientras que nuestro concepto de felicidad se defina con base a un estado, estaremos sometidos a las emociones que en nosotros susciten las circunstancias.
No hay nada de malo en vivir en la incertidumbre. De hecho, la vida es incierta. Nunca sabemos lo que sucederá.
Sin embargo, aprender a vivir bien, dentro de la incertidumbre y aceptando la imperfección, es fundamental para tomar el control de nuestra vida y no dejarnos afectar por todo eso que no podemos controlar.
Es por lo tanto imperativo comprender la sutil diferencia que hemos discutido hasta aquí.
No es que no podamos volver a decir «estoy feliz».
La diferencia es que al ser consciente de esto, sabrás que realmente estás contento o satisfecho.
Por el contrario, cuando declares «soy feliz» sabrás que has tomado la decisión de abrazar y cultivar la felicidad.
Entenderás que ahora tu felicidad depende de ti y es interior. Que no la debes buscar en ninguna otra parte.
Tampoco se trata de pensar que por ser feliz nunca podrás sentirte mal o experimentar ninguna emoción «negativa».
Como ser humano seguirás enfrentándote a tristezas, dificultades y situaciones extremas que te saquen de quicio.
Sin embargo, aún bajo tales efectos, puedes seguir siendo feliz porque la felicidad auténtica que practicas, está contigo en cualquier momento.
Mientras que sigas siendo humano, es totalmente natural sentir rabia, desilusión y cualquier otro estado de malestar.
Por eso, la felicidad no es la última panacea. La felicidad no es el remedio mágico que sanará todos tus pesares.
La felicidad, la que es auténtica, es más bien un estilo de vida y una manera de ser que te lleva a vivir bien y a consciencia, cada instante de tu maravillosa existencia.
En definitiva, expandir nuestra conciencia es la mejor y más liberadora manera que existe para vivir.
¿Crees que las personas que se ven en la imagen de esta publicación «están felices» o «son felices»?
Si te gustó este artículo déjame tus comentarios.
Me gustaría saber si te hizo reflexionar y te fue útil para seguir avanzando en tu camino de ser más feliz.