Ser felices a pesar de la pandemia no es una tarea sencilla. Incertidumbre, encierros obligatorios, estrés, preocupación y miedo, son apenas algunas de las expresiones humanas que suscita la crisis actual.
Para mucha gente, ello represente un gran desafío, por no decir un problema sin solución. Un trayecto de oscuridad en el que ha sido difícil ver la luz al final del túnel, a pesar de la vacuna.
Para otros, la pandemia ha sido un cataclismo que los ha sumido en su peor crisis de pesimismo y desconsuelo. Un estado de intranquilidad y tensión permanente que les ha impedido ser felices.
Y quizás para otros pocos -quizás muy pocos- la pandemia no ha sido más que otro evento al que han tenido que hacer frente. Una oportunidad más para demostrar su carácter y su resolución de ser auténticamente felices y seguir adelante.
Desempleo, cierre de negocios y empresas, fallecimiento de seres queridos y otra serie de pérdidas y turbulencias son resultados reales que están ahí.
Es por eso que no podemos desconocer la realidad de este fenómeno y mucho menos ser indiferentes al sufrimiento y el dolor que ha provocado en casi todo el planeta.
De hecho pienso que la indiferencia y la insensibilidad son peores plagas que cualquier coronavirus. Son más perjudiciales y dañinas para la humanidad que cualquier otra pandemia, y enemigas declaradas de quienes aspiran a ser verdaderamente felices.
Aunque no es la primera vez que el mundo se enfrenta a un desafío sanitario, nadie (al menos eso creo…) esperaba la llegada de este virus, y menos para un año que se avizoraba lleno de oportunidades y muchos sueños por cumplir.
Se trata de un suceso imprevisto que a todos nos cogió por sorpresa y nos obligó a replantear, mal o bien, la forma de hacer muchas cosas. Desde nuestros hábitos de higiene y limpieza hasta nuestra forma de relacionarnos.
Una realidad llena de incertidumbre, que arrasó con la tranquilidad, la paz y el bienestar de millones de personas.
En concreto, son muchos los «desbarajustes» que, en muchos aspectos, ha causado a muchas personas este fenómeno tan intempestivo.
Es innegable, que la pandemia del Covid-19 es un suceso que a todos nos ha afectado en mayor o menor medida.
De hecho, mientras escribo este artículo, muchos países (incluido el mío) siguen presentando altas tasas de contagios todos los días.
El 2021 comenzó azotando a varios países que de alguna manera tenían o creían tener todo bajo control. Sin embargo, los gobiernos, han tenido que tomar medidas para hacer frente a esta nueva ola de brotes.
Lejos de todo, esta publicación no es sobre el coronavirus. Al respecto, cientos de miles de noticias se generan a diario en las redes sociales y en los distintos medios de comunicación. Es evidente que, aunque aún se siga ignorando mucho sobre el tema, abunda la información al respecto.
Sin embargo, ha sido necesario mencionar ciertos aspectos de este fenómeno para dar contexto y llegar al punto que quiero mencionar.
Lo que más me interesa tratar es el hecho de saber si los seres humanos podemos ser felices a pesar de la pandemia del coronavirus.
Siendo plenamente conscientes y sensibles frente a la realidad que enfrentamos, quiero afirmar que sí es posible ser felices a pesar de la pandemia.
Sé que muchas personas que se han visto directamente afectadas rechazarán categóricamente esta afirmación. Aun así, siento la responsabilidad de defender una vez más a la felicidad. Sobretodo por los muchos beneficios que supone ser feliz, a pesar de todo.
A primera vista, ser felices a pesar de la pandemia, es como decir que podemos estar bien aunque nos torturen. La verdad es que no hay nada bueno en ser torturados. Tampoco digo, y -creo que he sido enfático- que nada haya pasado y que nada esté pasando.
Habría que ser ingenuo o estúpido para negar los devastadores efectos que, en suma, ha dejado el virus, aquí y en más de 223 territorios en todo el mundo. Al respecto las diferencias pueden ser considerables. Es evidente que algunos países lo han pasado peor que otros. Sin embargo, la cuestión es tan seria como real.
Y sobre ello quiero mencionar, aunque sea de paso, algo que considero importante.
En realidad poco importa si el virus fue lanzado por un gobierno o por fuerzas oscuras. Tampoco importa mucho en este momento saber si fueron los extraterrestres o si se originó por el contacto humano con un murciélago.
Considero que, en este momento, lo más importante es centrarse en la realidad de saber que hay algo que está pasando y frente a la cual conviene ser cauteloso y prudente.
Sé que todos estamos saturados de instrucciones, de precauciones y prevenciones, pero la verdad es que lo más sensato que podemos hacer, es seguir cuidándonos y cuidar de nuestros seres más allegados.
Por lo tanto, pienso que es importante no desgastarse tratando de entender las múltiples causas sobre el origen y las intenciones de este virus. Ya habrá tiempo para filosofar, reflexionar y pensar en ello. A menos que seas un científico, deja de malgastar tu tiempo y tus recursos pensando en eso.
A propósito, creo que resulta mucho más inteligente y efectivo, dedicar tu tiempo y canalizar tu energía hacia tu anhelo de ser feliz.
Para ello es importante abrir nuestra mente y enfocarla en todo aquello que nos permita crecer y expandir nuestra conciencia.
Ser felices a pesar de la pandemia es posible, pero cambiando el chip. Es decir, abriendo nuestra conciencia para entender que la felicidad es un objetivo supremo por el que bien vale la pena trabajar. Aunque no lo creas, y a pesar de todo, tú también puedes ser feliz. Tú también tienes derecho a la felicidad.
Y ni siquiera digo «apostar», porque una apuesta es algo que entraña probabilidad. Cuando apostamos por algo, pueda ser que lo obtengamos, pero también puede que no.
Así que cuando se trate de tu propia felicidad, de tu felicidad auténtica, de tu felicidad interior, no deberías apostar por ella.
Concéntrate más bien en invertir en ella. En invertir tu tiempo y tus recursos en alcanzarla a cualquier costo. Y no se trata de obsesionarse con ella, pero sí de disciplinarte y adoptar el compromiso de que anhelas y quieres ser feliz a pesar de la adversidad y las crisis.
Es posible ser felices a pesar de la pandemia, siempre que entendamos y asimilemos los principios de la auténtica felicidad.
No se trata de ser felices por ser felices ni de ser felices a toda costa. A lo que me refiero es que podemos entrenar nuestra mente para reconciliarnos con nosotros mismos, alcanzando un estado de paz y serenidad interior. Un estado de calma que nos facilite entender que nuestra felicidad personal no depende ni siquiera de los devastadores sucesos de una pandemia.
Desde luego que no es algo fácil de lograr. Pero ¿acaso qué cosa que no se haya entrenado y estudiado previamente puede ser fácil al comienzo? El atleta no rompe un récord sin un entrenamiento previo y difícilmente puede conquistar el Everest quien no haya pasado por una preparación previa.
Por lo tanto, podemos afirmar que la felicidad es una disciplina compuesta por una serie de principios que se pueden establecer en hábitos. Es decir, en prácticas y ejercicios que podemos desarrollar diariamente y conscientemente.
Bien vale la pena recordar que la felicidad auténtica, es una «felicidad a prueba de balas». Una felicidad que está siempre presente en la adversidad y en el triunfo. En el dolor y en el placer. En la alegría y en la tristeza.
Ella no nos abandona ni se aleja de nosotros en ninguna circunstancia. Como afirmamos en una Entrevista con la Felicidad, la felicidad es una fuerza interior que siempre nos acompaña y nunca nos abandona. Es una facultad a la que todos tenemos acceso, siempre que trabajemos por despertar nuestra mente y expandir nuestra conciencia.
Ahora bien, si crees que cuando alcances la felicidad auténtica, dejarás de sentir tristeza, rabia, ansiedad o cualquier otra sensación de malestar, estás muy equivocado.
Ser auténticamente feliz es tener las herramientas correctas para salir de los atolladeros en los que nuestra propia mente nos recluye, y la conciencia para saber cuándo y en qué momento utilizarlas. Cuándo conviene pedir ayuda y cuándo podemos salir por nuestros propios medios.
En otras palabras, es lograr que la inteligencia, la sabiduría y el discernimiento, trabajen a nuestro favor cada vez que la vida nos ponga de frente ante una situación difícil.
También consiste en adoptar una actitud permanente de agradecimiento, y no dar nada por hecho. De ahí que la auténtica felicidad nos ayude también a vivir en el momento presente.
Un poder al que todos podemos acceder, si nos proponemos entrenarlo con regularidad, enfoque y disciplina.
Si todavía piensas que no es posible ser felices a pesar de la pandemia, bien vale la pena que reconsideres tus prioridades y hagas un esfuerzo por entender que, a pesar de todo, ser felices es una de las mejores decisiones que podemos tomar.
Tanto si te has mantenido ileso hasta ahora, como si has resultado profundamente herido porque perdiste tu trabajo o a un ser querido, bien harías en invertir en tu felicidad.
Y en tu caso ¿has sido feliz durante la pandemia o has visto seriamente comprometidos tus niveles de felicidad? Cuéntame en los comentarios.